Este aeródromo dispone de un sistema de gestión ambiental desde 2002 y es precisamente en este sistema en el que se enmarcan las medidas de control de consumos que han propiciado el ahorro energético señalado.
Las citadas medidas van desde el diseño de itinerarios de apagado y encendido de luces para el terminal y la plataforma de estacionamiento de aeronaves (en función de si hay o no presencia de pasajeros y aviones), hasta la adecuación de la climatización al nuevo Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE), según informa AENA en un comunicado.
También se han colocado variadores de velocidad en los climatizadores de las oficinas administrativas del aeropuerto, lo que permite reducir el ritmo al que gira el motor de las máquinas cuando éstas requieren menos caudal de aire en circulación.
Esos variadores se instalarán en los climatizadores del edificio terminal durante 2011, un ejercicio en el que, además, se sustituirán las actuales lámparas fluorescentes por otras de menor potencia.
MENOS EMISIONES
Traducido en cifras, durante el año pasado se redujo un 13,16 por ciento la cantidad de carburante utilizada por el parque móvil del aeródromo, ya que se situó en 18.803 litros. La concienciación del personal, con un menor uso de los coches en trayectos cortos, y una conducción más eficiente contribuyeron a este logro.
Gracias al ahorro conseguido en combustible y en electricidad, a lo largo de 2010 el aeropuerto rebajó en más de 135 toneladas sus emisiones de CO2 a la atmósfera. Otro ámbito en el que se notó la ganancia de eficiencia fue el del agua potable. De hecho, las instalaciones gastaron 7.868 metros cúbicos, lo que representa una caída del 38 por ciento en relación con 2009. Entre las iniciativas que impulsaron esta mejora, destaca la optimización de la red de suministro del aeropuerto.
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